A partir de hoy, los negocios del centro que se catalogan como no esenciales deberán cerrar sus puertas a las 5 de la tarde, de lunes a sábado, decretó la autoridad capitalina.
Es mediodía y en el parque Cañitas, muy cerca del metro Popotla, las fichas para alcanzar una prueba rápida de coronavirus se han terminado.
Al ser entre 150 y 200 las muestras diarias que otorga el Gobierno de la CDMX a cada uno de los 117 centros de salud, 50 macro quioscos y 33 quioscos de la salud que fueron instalados para detectar el virus, una persona puede tardar hasta cuatro horas en espera de una prueba.
Ese es el caso de Rafael Rodríguez, quien desde las 8 de la mañana se formó para realizarse una prueba de Covid-19 en el macro quiosco ubicado en la calzada México-Tacuba.
Ahí, junto con él y su esposa, otras 50 personas todavía esperan su turno para ser analizadas.
Tras unos 20 minutos de haber contestado un análisis epidemiológico y ser sometido a una prueba rápida de antígeno, Rafael, de 38 años, obtiene un resultado positivo. Por ello, se le dictan 20 días obligatorios de aislamiento y, en caso de tener problemas respiratorios, se le pide acudir de inmediato a un hospital.
“Mi suegro se contagió y la semana pasada mi esposa y yo lo llevamos en el carro a que se hiciera la prueba, era muy probable que nos contagiáramos, pero llevarlo era una cuestión de salud”, argumenta.
Rafael, quien se trasladó desde Iztapalapa, dice sentirse tranquilo, porque le “queda claro que si me quedo en casa y guardo reposo me voy a recuperar, no me espanto porque vine a tiempo”.
“La gente debe cuidarse, no bajar la guardia, si ellos estuvieran aquí viendo cuánta gente viene asustada y cuánta sale positiva, no estarían en la calle haciendo reuniones, fiestas”, reclama Lilia, de 32 años, beneficiaria del programa servidores de la Ciudad de México y quien desde hace dos semanas labora en el macro quiosco.
Ella, que junto con otras diez personas, entre doctores, laboratoristas y asistentes, atiende a diario a cientos de personas, advierte que desde hace una semana y media los casos positivos se han duplicado, ya que antes, de las 200 pruebas que realizaban, aproximadamente 20 casos eran los que resultaban positivos. Para este sábado, el número rondaba en los 40.
Lilia también menciona que de manera frecuente llegan personas que solicitan una prueba ante la exigencia en sus lugares de trabajo.
Aunque no se les cuestiona sobre su movilidad, refiere que muchas veces los mismos pacientes comentan que su posible contagio fue después de haber acudido a reuniones, por tener contacto con personas que salieron de viaje y la gran mayoría, porque en sus trabajos hubo un brote del virus.
“Ayer tuve una discusión con un señor que corría alrededor del quiosco. Si estuviera viendo todos los días cuánta gente sale contagiada, cuánta gente está padeciendo, se cuidaría un poco más, porque también nos estamos poniendo en riesgo a nosotros y a nuestras familias”, subraya.
Sentada, en espera de sus resultados, Olivia, de 39 años, comenta que desde hace cuatro días perdió el olfato y el gusto, además de sentir fatiga y dolor de cabeza.
Explica que, al laborar como cajera de un banco, es imposible saber cómo se contagió y que en su trabajo se le exigió se realizara la prueba, tanto para otorgarle reposo como para poder regresar a laborar.
Mientras decenas de personas esperan formadas con la zozobra de un posible contagio en los quioscos, en el centro de la capital la pandemia parece no existir ya que las calles lucían abarrotadas por las compras navideñas.