La victoria de Maru Campos terminó de quebrar la relación del gobernador con el líder del partido azul. Juan Carlos Loera se ilusiona.
El PAN es un animal extraño. Aunque Marko Cortés no logra imponer una narrativa que consolide una oposición potente a la 4T, su dominio de la estructura interna parece allanarle el camino hacia su reelección en la dirigencia. Como ocurre con AMLO, Marko parece disfrutar de la falta de un bloque interno que ponga en duda su dominio.
En los últimos meses, Marko consolidó sus vínculos con los llamados «padroneros» del PAN, que son aquellos operadores que controlan los pequeños grupos locales de militantes que sí están inscriptos en el partido. Son los que ganan las internas, básicamente.
María Eugenia Campos Galván, alcaldesa de Chihuahua y ahora candidata para la gubernatura es una de ellas. Por eso, pese a la pelea que mantenía con el actual mandatario Javier Corral, logró imponerse sobre Gustavo Madero.
Corral sintió el golpe, y empezó a negociar con Movimiento Ciudadano. El gobernador primero logró colocar a Miguel Riggs como el candidato del partido naranja a la alcaldía de Chihuahua, para pelear desde allí el bastión de Maru Campos.
El acuerdo parece ya muy claro: Corral apoyaría también desde su gobierno al candidato a la gubernatura de Movimiento Ciudadano, Alfredo Lozoya Santillán, más conocido como «El Caballo».
Sin embargo, en los equipos de Juan Carlos Loera no descartan que esta ruptura de Corral con Marko pueda beneficiarlos. «Si nosotros nos podemos acercar un poco en las encuestas, creemos que Corral al final se decantaría por cualquiera candidato que le pueda ganar a Maru», aseguró un integrante de su War Room.