En vísperas de las elecciones presidenciales, la única esperanza de los reformistas y del Gobierno del actual presidente Hassan Rouhani es que Biden levante las sanciones impuestas por su antecesor y logre aliviar la economía del país.
TEHERÁN
Los resultados indeseados del acuerdo nuclear y la repentina retirada del expresidente Donald Trump de este han debilitado la posibilidad de que los reformistas en Irán puedan volver a ganar las próximas elecciones presidenciales. La pregunta ahora es si la nueva administración de Joe Biden puede cambiar esto.
El Consejo Guardián de la Constitución de Irán ha vetado a la mayoría de los candidatos reformistas. Por su parte, las bases de los reformistas han decidido boicotear las elecciones, debilitando aún más su posición ante los conservadores. El gran problema es que los reformistas carecen de cualquier motivación para llevar a sus bases a las urnas.
La única esperanza de los reformistas y del Gobierno del actual presidente Hassan Rouhani es que Biden levante las sanciones impuestas por su antecesor y logre aliviar la economía del país. De lo contrario, los reformistas carecerían de cualquier baza electoral ante los conservadores.
Por su parte, los conservadores disfrutan de mayoría absoluta en el Parlamento. Ganar las elecciones presidenciales dificultaría aún más la situación de los reformistas. Es por esto que una parte de sus votantes participará en las elecciones. Sin embargo, la principal razón de boicot de estos votantes es la pérdida de confianza en el sistema electoral del país. Estos votantes han perdido la esperanza de que las elecciones sirvan para cambiar nada.
Tanto Rouhani como su Gobierno mantienen la esperanza de que Biden levante las sanciones. Su discurso señala la existencia de esfuerzos diplomáticos en esta dirección. No obstante, estos esfuerzos se topan con la negativa de los conservadores. Es muy difícil que estos apoyen cualquier iniciativa en este sentido hasta las elecciones.
Los reformistas buscan presentar en las elecciones un candidato común que sea aceptado por todos los partidos. Mustafá Kevakabiyan, secretario general del Partido Democrático, y Ali Muttahhari, hijo de Murtaza Mutahhari, uno de los ideólogos de la Revolución iraní, han anunciado su candidatura. Muhsin Hashimi, hijo del expresidente Ali Akbar Hashimi, el primer vicepresidente, Ishak Cihangiri, el ministro de Exteriores, Javad Zarif, y el ministro de Telecomunicaciones, Javad Azeri, figuran entre los posibles candidatos.
No obstante, mientras los candidatos conservadores no tienen problemas a la hora de registrar sus candidaturas, los candidatos reformistas se enfrentan al veto del Consejo.
El hermano de Cihangiri, Mahdi, fue sentenciado a dos años de cárcel por corrupción. La justicia iraní abrió un caso contra Azeri por no bloquear el acceso a algunas redes sociales. Zarif ha recibido dos advertencias del Parlamento por querer negociar con Estados Unidos. A la tercera podría ser destituido.
A pesar de todas las esperanzas de los reformistas puestas sobre Biden, este ha dejado claro que no levantará las sanciones hasta que Irán se atenga a las condiciones del acuerdo nuclear. Está claro que ni Biden ni su administración tienen prisa por levantar las sanciones y restablecer el acuerdo nuclear. Es más, Irán no figura en la lista de prioridades de la política exterior de Biden. Obtener un resultado a corto plazo en las presuntas negociaciones diplomáticas con el objetivo de desescalar la tensión parece poco probable por el momento.
Así mismo, la decisión de Irán de retirarse del Protocolo Adicional del acuerdo nuclear y limitar las inspecciones de los expertos de las Naciones Unidas alejan todavía más las expectativas de los reformistas. A pesar de todo, la decisión de Reino Unido, Francia y Alemania, apoyados por Estados Unidos, de no emitir por el momento ningún comunicado en contra de Irán puede leerse como un mensaje positivo.