El Partido Revolucionario Institucional (PRI) confirmó la continuidad de Alejandro “Alito” Moreno Cárdenas como su dirigente
A puerta cerradada, rodeado de los suyos durante la 24ª Asamblea Nacional Ordinaria, con la presencia de más de tres mil delegados, la asamblea fue escenario de importantes deliberaciones sobre las modificaciones estatutarias del partido, resaltando una enmiña particular: la posibilidad de reelegir la dirigencia nacional hasta por tres periodos consecutivos de cuatro años cada uno.
Evento diseñado para que su presidente, Alejandro Alito Moreno, pueda perpetuarse en la presidencia del partido.
Poco le han importado a Moreno y sus adláteres las críticas que habían recibido estos días, descubiertas sus intenciones de reelegirse al frente del partido.
Los pocos pesos pesados que le quedan al tricolor, caso del mismo Beltrones, de Beatriz Paredes o de Dulce María Sauri, habían rechazado el camino de Alito.
En una carta firmada divulgada esta semana, decenas de militantes exigían la separación del cargo de Moreno, dada la crisis interna del partido.
Los pocos que lo han hecho se han sentado donde han podido, lejos del presídium, marginados. Afuera, alguno la ha emprendido a patadas con una puerta de cristal, que se ha acabado por romper.
El órgano directivo ha empezado a leer las enmiendas a los artículos de los estatutos, ante la expectación de los presentes. Al final, algunos han empezado a gritar “¡no reelección!”, pero la multitud, adicta al dirigente, los ha callado a voz en grito: “¡Alito, Alito!”.
El dirigente ha tomado el micrófono y le ha dedicado una burla a los críticos. “Ahí afuera estos que se dicen que participaban en el PRI, una bola de cínicos, de lacayos, al servicio del Gobierno y sus intereses, que quieren romper la unidad a cambio de inmunidad. Pero les digo, ellos fueron el peor lastre para nuestro partido”, ha dicho, con el mismo tono gritón con que le jaleaban.
Alito allana así su camino para controlar el partido por un periodo de tiempo extraordinario. La ironía es que, al ritmo al que ha perdido poder bajo su mandato, el PRI podría llegar al 2032 como un espectro.
Después de las elecciones del 2 de junio, el tricolor apenas mantiene el Gobierno de dos estados, Durango y Coahuila.
En el Congreso, su representación mengua a cada elección, al punto de ser casi marginal.
La desbandada de militantes en los últimos años ha sido constante. El mismo Alito ha expulsado a algunos, como Alfredo Del Mazo, por “traidor”.