LES COMPARTO MI COLUMNA SEMANAL ??
QUÉ JOVEN ERES, ABOGADO
Desde que comencé el ejercicio profesional, me habré sentado delante de un cliente y habrá pensado estas mismas palabras, de hecho, más de una vez alguno me lo ha dicho en alto.
El cliente adopta ante nosotros una postura de cierto rechazo inicial, ya que preferiría que alguien de mayor edad, y por tanto con más experiencia, le llevara el caso
Desafortunadamente va a ser inevitable para un abogado tener que enfrentarse a estas situaciones, ya que todo tiene un comienzo y por regla general el abogado empezará a ejercer poco después de terminar la carrera y rondando los veintitantos.
Lo que es perfectamente comprensible, ya que cuando el cliente acude a un abogado lo hace porque tiene un problema que le preocupa, que le quita el sueño, y que necesita que se lo solucionen de la forma más satisfactoria posible; y que, por tanto, al soler asociarse la pericia del abogado con su edad, en la mayoría de los casos el cliente preferiría que su asunto se lo llevara alguien más experimentado.
Pues bien, creo que puedo afirmar que, si algo he aprendido al tener que enfrentarme ante este tipo de situaciones, es que debemos tratar de «darle la vuelta a la tortilla», de que hagamos de nuestra juventud un valor añadido.
A continuación, me permito compartir con ustedes algunos consejos que he ido aplicando en estos años y que espero que les sirva si están en esta misma situación.
La juventud suele percibirse como energía, ambición, entusiasmo, ganas de aprender, pero también de tener éxito.
Si somos capaces de transmitir todas estas cualidades al cliente nos ganaremos su confianza.
Vestir con elegancia, pero con cierto toque moderno. Somos jóvenes, comuniquemos al cliente con nuestra vestimenta que estamos orgullosos de serlo, con ello le transmitiremos seguridad en nosotros mismos.
Marcar la diferencia en cuanto a la atención al cliente. La queja más recurrente por parte de los clientes en esta profesión es la desatención, compensemos la falta de experiencia con una buena atención al cliente adelantándonos a sus llamadas, informándole periódicamente del estado de sus asuntos, etc.
Estudiar cada asunto hasta el más mínimo detalle y procurar no dejar ningún cabo suelto, pero sobre todo hacérselo saber al cliente, porque de esta forma no importará el resultado del pleito, estará contento con nuestro servicio y nos habremos ganado su confianza y fidelidad.
Si logramos acumular todas estas cualidades y transmitirlas de forma eficiente al cliente, probablemente acabaremos logrando que nos valore como el profesional que somos, con independencia de la edad que tengamos.
Por supuesto siempre habrá excepciones, sobre todo si el asunto en cuestión acaba teniendo un resultado que no es el que esperábamos, pero al menos, tendremos la certeza de que lo hemos hecho lo mejor que hemos sabido y que la impresión que se lleva el cliente en este caso está lógicamente viciada por el resultado del pleito.
Otra solución es afrontar este tipo de situaciones con resignación, poner buena cara y ejercer nuestra profesión con la mayor excelencia posible y esperar que con el tiempo, el cliente nos acabe valorando por nuestros actos, no por nuestra edad.
LIC. YUSMARG DOMÍNGUEZ WHITE
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