Adán Augusto López Hernández es gobernador con licencia de Tabasco, secretario de Gobernación y precandidato obsequioso de cuantos haya en el equipo de López Obrador.
¿Cuándo nace un precandidato a la presidencia en México? Comúnmente cuando se le niega tal categoría, como ha ocurrido con Adán Augusto López Hernández, que despacha de secretario de Gobernación y quien tras una gira donde habló como candidato y se movió como candidato, el presidente López Obrador ayer lo volvió a tapar, negándole esa condición.
Mal fin de semana para Claudia Sheinbaum, eclipsada por el titular de Bucareli en ese concurso nacional donde los integrantes de Morena hacen de todo para agradar a Andrés Manuel. De todo incluyendo renunciar a las obligaciones de su puesto.
Siete meses duró Adán Augusto como secretario de Gobernación, tiempo en el que se le vio tomarse fotos con miembros de la oposición. Pero eso es pasado. En el gobierno más parcial en décadas, López Hernández ha dado un paso sin retorno. Se ha despojado de cualquier capacidad de interlocución republicana para convertirse en promotor únicamente de la agenda lopezobradoriana.
Las aristas de los hechos del fin de semana en los que fue protagonista el segundo tabasqueño de la nación son una más grave que la otra, sin atinar a cuál resulta más dañina para la convivencia democrática.
El titular -en el papel- de la política interior usa un avión de la Guardia Nacional para asistir a eventos partidistas.
El encargado de contribuir a la gobernabilidad nacional anunciando el fin de instituciones, que encima cuentan con garantías constitucionales para su operación, que nos ayudan a votar y ser votados.
El funcionario que, salvo el presidente de la República, más obligado está a ser y parecer persona de Estado, calentándole mítines al líder nacional de un partido, del partido que tiene mayorías legislativas, buena parte de los estados y el Ejecutivo.
El servidor público de corte civil más visible e importante del gabinete, consintiendo que en eventos partidistas participe el general que encabeza esa enorme fuerza policiaca militar llamada Guardia Nacional.
Todo eso a cambio de un bautizo. El suyo como tapado. No que sea muy sorpresivo, López Hernández llevaba meses agarrando cuerpo de candidato, pero su debut ha sido de antología: más que promocionar la revocación de mandato, el secretario de Gobernación ha informado a los mexicanos que es tan obradorista que nos asegura que los del INE/TEPJF se irán con “la cola entre las patas”.
Ojalá Adán Augusto nos regale la traducción de su dicho: ¿quiere decir que los sacará a pedradas, a periodicazos, a gritos, a sombrerazos?, todos esos términos relativos a provocar que un perro salga corriendo con “la cola entre las patas”.
Porque la frase del secretario remite sin remedio a perros, y a pesar de lo mucho que ahora han ganado los caninos en derechos, lo claro es que el titular de Bucareli, que ha vuelto a ser despacho poderoso luego de tres años de irrelevancia, prometió que funcionarios públicos designados por el Congreso tendrán miedo. Vaya.
Las palabras ahí quedan, los actos también, de Adán Augusto López Hernández, gobernador con licencia de Tabasco, secretario de Gobernación y precandidato obsequioso de cuantos haya en el equipo de AMLO.
Cuando faltan 26 meses para la elección presidencial de 2024, Adán Augusto se ha quitado cualquier barniz de institucionalidad. El funcionario público mayor, salvo el Presidente, en campaña junto con líderes partidistas, utilizando para ese proselitismo una aeronave de funciones policiacas, y amenazando a autoridades electorales nombradas por éste y otros gobiernos.
Con tal desempeño en un solo fin de semana, no se me ocurre mejor candidato para la continuidad del lopezobradorismo, corriente política alérgica a la pluralidad. Adán ha renacido. Habemus tapado.
Por Salvador Camarena
Periodista egresado de la Universidad ITESO.