Con la pandemia, resulta obligado el análisis del tema de la democracia y en particular de las elecciones, más aún a partir del estudio presentado por el INE y realizado por la fundación Konrad Adenauer respecto del índice de desarrollo democrático de México, en el que, nuestro estado se encuentra entre los últimos 4 lugares a nivel nacional, lo que acredita el retroceso que hemos tenido en los años recientes y que, sumado a la pandemia, se pueden empeorar.
Sartori, estudioso de la democracia considera a las elecciones el motor de la democracia, por ello, cuidar las formas, los valores y los derechos propios de las elecciones, resulta esencial para recomponer la realidad política en la entidad, por lo que el proceso electoral en el que nos encontramos, es el primer paso para el desarrollo democrático.
De esa forma, la pandemia por el COVID-19 no solamente está impactando en las actividades cotidianas de los michoacanos si no que puede incidir en el proceso electoral, afectando el desarrollo de la democracia local.
La posibilidad de que la pandemia pueda inhibir la participación ciudadana no solamente en la elección, si no también en actos de campaña, o bien, en el caso de los ciudadanos que sean insaculados y capacitados para ser funcionarios de casilla, está muy latente, por lo que es necesario que las autoridades, electoral y de salud empujen acciones determinantes para garantizar el derecho a la vida, a la salud y los derechos políticos, en la misma línea.
Sin embargo, el escenario es complejo ante los resultados relativos a la percepción de la democracia en Michoacán y la posición que guardamos, lo que no augura buenas cosas en una situación de crisis por la pandemia, consecuentemente, si no cambiamos la forma de actuar frente a la emergencia sanitaria y el proceso electoral, será difícil retomar el rumbo de la democracia michoacana.
Por ello, resulta urgente replantear la perspectiva y aplicación de algunos procedimientos y criterios en el proceso electoral con motivo de la pandemia y evitar que el virus afecte la participación ciudadana, así como la perspectiva que se tiene respecto de la legitimidad política de las personas que asumirán los diversos cargos que serán motivo de la elección.
Tanto las instituciones electorales, como gubernamentales, partidos políticos y diversos liderazgos políticos deben asumir un nuevo grado de responsabilidad para garantizar los derechos de los michoacanos a participar en la elección, sin que su salud se ponga en riesgo.
Lograr esa compensación entre derechos, permitirá en lo inmediato y ante un escenario socialmente complejo como es el de la pandemia, incrementar los niveles y rasgos democráticos.
Con ello, el primer gran reto que se tiene en el proceso electoral, es conciliar derechos y evitar que el escenario pandémico sea el factor para retroceder en la recuperación de la política michoacana.
Hoy más que nunca la idea de un virus en la salud de la democracia michoacana está presente, y su vacuna está en la posición institucional y la forma en cómo se hará frente a la pandemia en momentos estratégicos del proceso electoral.
Ello se traduce en entender el carácter extraordinario de la pandemia y la necesidad de tomar decisiones, acciones y procedimientos emergentes y diferentes a los que normalmente se toman para garantizar que las elecciones no se afecten por la pandemia.
Siendo así, daremos el primer paso para retomar el rumbo de la democracia.