Las campañas están marcadas por la violencia política y el derroche financiero; el proceso electoral les costó a los ciudadanos más de 35 mil millones de pesos
Las campañas están marcadas por la violencia política y el derroche financiero; el proceso electoral les costó a los ciudadanos más de 35 mil millones de pesos en los momentos en que aumenta la pobreza en 10 millones de ciudadanos por causa de la pandemia del Coronavirus y la caída vertical negativa de la actividad económica en el 2020.
Para los candidatos de todos los partidos los problemas del país están en segundo término lo más importante es ganar para imponer una visión autoritaria o no seguir permitiendo la misma pero sin alternativa a los problemas nacionales.
El país, más bien los ciudadanos a través de la opinión pública esta polarizada, todo es blanco o negro sin colores intermedios.
Hay conservadores que se oponen al proyecto presidencial de la 4T y progresistas que lo defienden con un total fundamentalismo.
De acuerdo a las famosas encuestas es probable que Morena pierda la mayoría calificada en la cámara de diputados y con ello el poder modificar la Constitución y lo peor es que López Obrador ha perdido 20 puntos porcentuales en su nivel de aceptación, aunque su popularidad sigue siendo alta y también Morena gane la mayoría de las gubernaturas, aunque hay que señalar que en diciembre pasado todo indicaba que de 15 gubernaturas ganaría 14 y ahora tan solo se proyectan que Morena obtendrá entre 8 o 9 gubernaturas lo que significa una derrota relativa para la magnitud negativa del desempeño gubernamental del presidente.
De esta manera las campañas electorales en medio de la pandemia resultaron poco exitosas a pesar de que los partidos políticos rompieron con los protocolos de sanidad y congregaron a miles de ciudadanos en un carnaval de la muerte por las víctimas del Covid y el fracaso en su manejo ya que se sabe que si López Obrador hubiera adoptado las medidas sanitarias adecuadas, el número de muertes hubiera sido reducido.
Pero es la hora de los ciudadanos y que hablen las urnas en la única encuesta verdadera donde los mismos definen la posición de las fuerzas políticas en un país en crisis.
Pero no debe de haber sospecha de un fraude electoral ya que la jornada electoral estará en manos de un millón 200 mil ciudadanos encargados de la jornada del próximo 6 de junio que recibirán y contaran los votos, es por ello que el presidente López Obrador debe de ser cuidadoso al calificar los resultados electorales del próximo 6 de junio y no argumentar el fraude electoral porque se considerara una ofensa a la voluntad y trabajo no pagado electoral de los ciudadanos.
Existen muchas tentaciones tanto por parte del partido en el gobierno como en la oposición para inclinar la balanza a un lado y otro sin respetar la voluntad ciudadana en las urnas.
La amenaza del conflicto electoral estará presente más allá de los tribunales y la movilización y el enfrentamiento abierto y frontal de las fuerzas políticas al margen de las urnas.
Por otra parte, el crimen organizado es un elemento determinante tanto en el proceso electoral como ya se ha visto y el próximo 6 de junio seguramente estará presente para definir un buen número de resultados electorales principalmente a nivel de los municipios donde controla el territorio.
Pero ante todo hay que tener presente que la jornada electoral está en manos de los ciudadanos los que determinaran de acuerdo al conteo de la votación que fuerzas políticas serán las triunfadoras y los mismos tienen que defender la imparcialidad y la limpieza de los comicios del próximo domingo 6 de junio.
Los partidos y candidatos ya expusieron sus ofertas, ahora es el turno de los ciudadanos y que hablen las urnas en una jornada democrática y que se respete tanto el voto como la voluntad popular.