«Les voy a dar un dato… No, mejor no», se arrepintió AMLO. ¿Cuáles son sus sospechas para sostener a Salgado Macedonio?
AMLO observa dos grandes fenómenos en medio de un contexto electoral. Los apagones en buena parte del país son la primer amenaza para Morena. Pero otro de los temas delicados son las denuncias insistentes y reiteradas contra Félix Salgado Macedonio por presuntos abusos sexuales y violaciones.
Los señalamientos contra el candidato de Morena en Guerrero empezaron a surgir antes de su nominación, en medio de la feroz interna, cuando se conoció públicamente el primero de los casos con nombre y apellido.
De inicio se conocieron las acusaciones de una ex empleada de La Jornada de Guerrero, periódico que dirigía Félix. Luego apareció Basilia «N», quien afirmó que en 1998 fue violada por Salgado Macedonio en un viaje de trabajo político en Acapulco, cuando sólo tenía 17 años. Además, habría más casos que podrían ventilarse en las próximas semanas.
Las denuncias tuvieron impacto no sólo en la prensa, ni en el arco opositor. También golpearon muy fuerte al interior de Morena, donde un sector que se referencia con el feminismo, pide abiertamente reconsiderar la postulación de un hombre multi-denunciado por agresiones sexuales.
Algunas de esas mujeres estuvieron incluso en pláticas con Beatriz Gutiérrez Müller, una histórica luchadora en favor de los derechos de la mujer. «Lo he conversado pero no quiere escuchar, dice que es una campaña de desprestigio», habría expresado la Primera Dama en esas conversaciones en corto.
«Hay que preguntarse: ¿y de parte de quién viene?», soltó López Obrador en su mañanera del pasado miércoles, dejando en claro que sí sospecha de un complot en contra del «Toro sin Cerca», como llaman a Félix en Guerrero.
Hay varias historias que le acercaron a AMLO y que estuvo a punto de soltar en esa misma mañanera. «Les voy a dar un dato… No, mejor no», se arrepintió rápidamente. ¿De qué quería hablar el Presidente?
Hay distintos detalles interesantes para comprender la teoría que manejan en Palacio Nacional. Por un lado, es crucial la figura de Patricia Olamendi, la abogada defensora de Basilia «N».
Subsecretaria de Relaciones Exteriores con Felipe Calderón, pese a su histórica vinculación con la izquierda mexicana, Olamendi es punto central de la teoría del complot que se afianzó en Palacio. Al Presidente le dijeron que es la madre de Miguel Alonso Olamendi, uno de los accionistas de Latinus.
Se sabe a la perfección que el nuevo hogar de Carlos Loret de Mola, Latinus, se volvió en una suerte de Reforma nativo digital. Prensa conservadora, periodistas fifís al mando de Silvano Aureoles -Olamendi era secretario particular del Michoacano- y de intereses empresariales inconfesables.
Pero hay más. La inteligencia que maneja el General Audomaro Martínez le informó al Presidente sobre algunas pintorescas reuniones entre Manuel Añorve -candidato del PRI en Guerrero-, el ex fiscal de Guerrero Xavier Olea, y emisarios de Pablo Amílcar Sandoval.
«Por eso habló del quítate tú porque quiero yo«, interpreta otra fuente de Palacio. El hermano de Irma Eréndira otra vez bajo la sospecha de haber colaborado en una campaña sucia al interior del partido.
Con un dato extra: una de las denunciantes es ex empleada de La Jornada de Guerrero, franquicia del periódico de Carmen Lira, amiga personal de Irma Eréndira. Acaso por esos nexos el propio AMLO advirtió en una explosiva reunión del Gabinete Presidencial que si no desaparecían el INAI, entonces debían suprimir la Secretaría de la Función Pública.
