Los partidos políticos con una representación limitada no tienen, como los grandes, la posibilidad real de llegar al poder, teniendo un presidente propio o una agenda central para impulsar dentro del Congreso.
Su papel es el de acompañar a aquel que tiene una oportunidad real de ganar la grande, pero que requiere del apoyo de aquellos cuya plataforma local, monotemática o sectorial, es indispensable para garantizar un triunfo en las urnas.
Sin embargo, en México los partidos pequeños fueron creados desde la misma esfera del poder, como parte de la estrategia de políticos cuyo objetivo era trascender a través de ese instrumento, su temporalidad política.
Y si los grandes partidos políticos nacionales han perdido identidad en un pragmatismo que los aleja de sus bases ideológicas, en el caso de las franquicias el único valor es su capacidad de movilizar votantes independientemente de su desprestigio.
Ni el Verde tiene una agenda ecologista, ni ahora Movimiento Ciudadano logra concretar una propuesta con temas de la cotidianidad del ciudadano común y corriente.
Los partidos pequeños son instituciones legítimas que representan intereses locales, regionales, o ligados a temas específicos. En México, esto no ha sido así. El viejo modelo corporativo permitió la creación de estos negocios de poder que hoy no tienen razón de ser, por lo que una reducción del dinero público a los partidos en general y a las pequeñas franquicias en particular, se presenta como una condición necesaria para que estas formaciones se presenten ante el electorado sin la protección de los recursos de la sociedad.
Desde luego, cada partido político analiza sus fortalezas en cada distrito electoral o entidad federativa y en caso de que sus posibles candidatos no tengan oportunidad alguna de ganar, pues estarían dispuestos a coaligarse con otros partidos políticos y apoyar a los candidatos que ellos postulen. Las alianzas que han celebrado en algunos estados, hoy lo llevan a nivel federal, donde el PAN encabezará la coalición en 61 distritos, el PRI en 53 y el PRD en 44. Con esto pretenden hacerle frente a lo que seguro será la alianza de Morena, PT y Verde Ecologista de México.
Es muy probable que en más de la mitad del país se encuentren los ciudadanos con una boleta electoral con sólo dos opciones, una de izquierda y otra una amalgama de partidos de ideologías diferentes que no representa una plataforma sino sólo acceder al poder por el poder.
Estas alianzas electorales sólo evidencian a los partidos políticos que no buscan representar a un sector de ciudadanos con una ideología, sino sólo llegar a un cargo de elección y los ciudadanos sin representantes con los cuales se identifique
Se trata de una alianza política inédita que reúne a partidos que han sido adversarios y que, en voz de sus dirigentes, dejan de lado sus diferencias para sumar esfuerzos y buscar construir una nueva mayoría en la cámara de diputados y lo mismo en la búsqueda de las 15 gubernaturas donde en algunas serán aliados igual que para los demás cargos en juego frente a la popularidad del Presidente López Obrador y de MORENA, que como partido, aún con todas su contradicciones internas y problemas de organización territorial, mantiene altas preferencias electorales según diversas encuestas.
Ahora con el surgimiento de los nuevos partidos políticos, la cosa se pondrá harto interesante sobre todo porque Morena está dividido, luego del desaseado proceso en el que resultó electo por encuestas altamente cuestionadas. Por ello, si no tienen la habilidad política para volver a cohesionar a las fuerzas vivas de Morena, le pueden comer el mandado y no sólo los institutos políticos nuevos, sino sus actuales aliados como el PT o el PVEM.
Veremos en las próximas semanas qué tanto alcance tendrá esta alianza opositora rumbo al próximo proceso electoral
Rigoberto Márquez Verduzco *Consultor de marketing político.