Claudia Serran tuvo que hacerse hisopados diarios para seguir trabajando durante la primera etapa de la pandemia, pero en agosto pasado, su vida dio un giro luego de hacerse otro hisopado en una clínica privada, que le provocó una infección en la nariz.
Ahora, con el cartílago desecho, la mujer está exigiendo una cirugía reconstructiva.
“El doctor me dijo que, si sigo así, la infección puede subir al cerebro y puedo morir”, señaló la mujer, quien es acompañante terapéutica de la ciudad de Caleta Oliva, en Santa Cruz, Argentina.
La mujer comenta que la infección se agravó al punto de que perdió la división entre sus fosas nasales. Comenzó con una picazón, pero después le comenzó a salir algo como “sangre gelatinosa” de manera constante.
El resultado de la prueba de PCR que le hicieron en la clínica privada salió negativo, y tuvo que regresar a la guardia porque tenía entre 5 o 6 centímetros de dilatación en la fosa nasal, pero no la atendieron porque no era una urgencia médica. “En cuatro meses se me deshizo el cartílago”, señaló.
“No tengo el cartílago que tiene normalmente la nariz. Llegué a tener 18 mil glóbulos blancos, con una anemia crónica. Se me habían reventado todas las venas y soy alérgica a la penicilina. Ya no recibía más antibióticos porque me lastimaron muchísimo los brazos”, contó.
Claudia es acompañante terapéutica de adultos mayores e ingresaba de manera constante a las salas de cuidados intensivos con pacientes.
El día del hisopado mal hecho la habían llamado para tomar un servicio de una señora que estaba a punto de morir y los hijos no podían más con los cuidados.
“Tomé el trabajo con un compañero, que se hizo el hisopado en un hospital y el mío lo hicieron en un laboratorio privado, en el cual cobraron 10 mil pesos (argentinos) y lo pagó un hijo de la señora”, contó
Después de hacerse la prueba, dijo, comenzaron las molestias. “Me empezó a picar, a molestar. Me entregaron el negativo. Al pasar los días la molestia persistía, pero el doctor me dijo que era normal. Me salía una especie de sangre gelatinosa constantemente y se me estaba brotando la cara”.
Poco después se dio cuenta de que no era “normal” lo que le sucedía a su nariz, pues se le había puesto color rojo y decidió ir al hospital. Ya no tenía cartílago y los medicamentos que le inyectaron para tratarla le provocaron problemas de salud.
Frente a esto, la mujer pide que le realicen una cirugía reconstructiva que, tienen un costo de 200 mil pesos argentinos (39.000 pesos mexicanos aproximadamente). Ante la falta de respuestas por parte de quienes le realizaron la mala praxis con el hisopado, Claudia decidió hacer público su caso en los medios de comunicación y en las redes sociales.
“Estoy necesitando una cirugía en otorrinolaringología y me dicen que en Caleta no hay. Hace 5 meses que me encuentro en la búsqueda de quién pueda operarme. Necesito una reconstrucción de cartílago. Mi nariz está indefensa, por lo tanto, mi sistema está bajo. En esta pandemia, es una verdadera urgencia”, agregó.
Por medio de su cuenta de Facebook, el pasado 13 de enero Claudia pidió ayuda y expresó la necesitada de una cirugía en un centro especializado en otorrinolaringología, de alguien que pueda operarla o contactarla con el Ministerio de Salud de Caleta Olivia.
Según medios locales, una familiar la está ayudando a costear los gastos médicos de la operación y se consultó a otro médico, quien le dijo que todavía tenía infectada la zona y por eso todavía no la podían esperar.
Contó que llevaba 12 días internada en el hospital, y le dio covid-19, por lo que la encerraron durante 10 días, la dieron de alta y le dijeron que le harían la cirugía, pero sigue esperando la operación desde hace más de una semana, pues solo siguen medicándola.
Además, debe ir a Córdoba, pues sus hijas de 8 y 11 años se encuentran retenidas en un juzgado y están a punto de ser dadas en adopción.
“Me enviaron un decreto judicial que estoy por apelar. Me dijeron que a mis dos hijas me las van a dar en adopción, que no me pueden ver nunca más. A mí me paralizó, así que esperé a que pasara Año Nuevo para insistir en la guardia.
“Por este motivo es el apuro de la operación. Si se me vencen los plazos procesales (el 10 de febrero) no vuelvo a ver nunca más a mis hijas. Pero, al tener la infección, me dicen que todavía no me pueden operar. No me dan ninguna solución”, añadió.