El origen de esta parroquia se remonta al siglo XVII y está completamente ligado a la llegada de una nueva orden religiosa a la antigua Valladolid.
Como complemento de sus grandes iglesias y palacios, en el centro histórico de Morelia también existen pequeñas templos que pueden ser clasificados como iglesia de barrio que principalmente están ahí para los vecinos cercanos, pero que además cuentan con un lugar importante en la memoria de la población y de la ciudad, como es el caso del Templo de La Merced.
El origen de esta parroquia se remonta al siglo XVII y está completamente ligado a la llegada de una nueva orden religiosa a la antigua Valladolid. El nombre oficial de esta agrupación era la «Gloriosa, Real y Militar Orden de Nuestra Señora de la Merced y del Rescate, Redención de los cautivos», también conocidos como “Los mercedarios” y cuyo objetivo era “salvar a los cautivos que caían ante el fragor de la guerra entre moros y cristianos”. De tal manera que la palabra “Merced” surgió como una derivación de “Los Mercedarios”.
Según se recuenta, “Los mercedarios” llegaron a la Nueva España de forma un tanto tardía porque el proceso de conquista estaba casi consumado en su totalidad y la participación de esta nueva orden religiosa estuvo reducida de forma considerable. No obstante, llegaron a la antigua Valladolid alrededor del año 1604, tras lo cual fray Pedro de Burgos y fray Alonso García adquirieron un solar que pertenecía a Melchor Pardo y su Mujer María de Ortega.
Tras esta primera compra, fueron adquiriendo más terrenos mediante donación para edificar el templo y establecer una amplia huerta en los años posteriores. Si bien la orden religiosa logró contar con una propiedad de esta manera, diversas fuentes coinciden en que esta orden religiosa no contaba con mucho poder económico, por lo cual la edificación se fue dando de manera lenta y paulatina.
Tuvieron que pasar más de 100 años para poder observar avances considerables, pues fue aproximadamente hasta 1736 cuando ya era visible este templo de una sola nave, con su característica cúpula de apariencia barroca. Con este logro, “Los Mercedarios” finalmente pudieron consolidar su presencia en la historia de la antigua Valladolid.
Sin embargo, el periodo de construcción del inmueble fue mayor, en contraste con el periodo de paz y estabilidad que pudieron disfrutar ya que, con la llegada del proceso de la Reforma alrededor de 1857. Bajo los constantes cambios que atravesaba el país, el inmueble pasó a manos del gobierno y en lo posterior fue usado como caballeriza, cuartel y hospital. Posteriormente, la edificación volvió a manos de la iglesia a través de la compra realizada por el presbítero Don Teófanes López, quien instauró un colegio para niños en esta sede.
De nueva cuenta, el periodo de estabilidad se vio interrumpido, pues en esta ocasión fue la Revolución Mexicana la que obligó a que la escuela frenara sus actividades. Al término de este periodo, el templo recibió una conocida remodelación considerada como “con bastante gusto” en los archivos de la Arquidiócesis de Morelia, así como en 1908 también se llevaron a cabo modificaciones en su interior.
Hoy en día, la arquitectura de esta iglesia es apreciada porque se ubica sobre la avenida Madero en el corredor que lleva desde el poniente hasta el centro de la ciudad y la catedral de Morelia. Cuenta con dos fachadas, en tanto que la principal es de estilo barroco churrigueresco y tiene una vista hacia el oriente, mientras que la otra cara es considerada de estilo manierista y está dirigida hacia el norte. Algunas fotos de décadas anteriores, muestran árboles de una altura considerable en el atrio de la iglesia. Hoy en día, este espacio es ocupado únicamente por una fuente de cantera.
Si bien esta pequeña edificación no llega a tener la misma importancia que algunas de las grandes iglesias de la capital michoacana, sí goza de un espacio de un lugar en la memoria de los morelianos y especialmente de los colonos asentados en esta zona.
La esquina del templo, marca la zona de encuentro donde diversas cofradías terminan su recorrido en el tradicional Festival del Torito de Petate, para después dirigirse a sus respectivos territorios. A ello se suma que el Templo de la Merced también forma parte de la tradicional “Visita de los Siete Templos”; y los morelianos que realicen este recorrido en semana santa comúnmente inician o terminan la jornada en dicho espacio histórico.