Se pronostica un aumento de 20 por ciento en el precio del gas LP para el próximo año, sobre los precios actuales, que según el Inegi ya son 50 por ciento más altos que en 2019.
Un Ipad puede servir como tabla para picar cebolla, pero nadie lo usaría con ese propósito si está consciente de su valor. Usar hoy gas LP para quemarlo y cocinar es casi lo mismo.
La tecnología no es lo nuestro y en México parece haber pasado de noche el nuevo uso industrial que tienen los componentes del gas LP.
Sucede que probablemente el gas LP lo traen pegado a la nariz ahora mismo. Los populares cubrebocas KN 95 están ‘hechos’ de lo que aquí destruimos al calentar las tortillas.
Batas, zapatos desechables y otro equipo médico más sofisticado con creciente demanda, también son fabricados con propano que acá termina en lumbre. Los hacen con polipropileno, que es su derivado y que muchos vemos en forma de fibras o de plástico.
Ahí están los resultados de la empresa estadounidense 3M, que fabrica cosas hechas con derivados del propano: sus ventas sumaron 114 mil millones de dólares durante los últimos 12 meses, 11 por ciento más que el periodo previo, y obviamente éstas no cayeron ni en pandemia.
La gente que compra sus acciones valora las mismas al más alto nivel desde 2018.
Son 3M y otras empresas las que hacen negocio ahora que el mundo dio un giro particularmente a partir de la pandemia. Los países invierten en petroquímicas y no en refinerías, pues la demanda mundial de gasolina sigue cayendo y es mejor negocio separar los químicos que vienen con el crudo o el gas natural para usarlos para producir cosas.
El gas licuado de petróleo contiene principalmente propano y en menor medida butano, que industrialmente es menos útil.
En Pemex, la producción de LP cayó 43 por ciento en cinco años, en buena medida porque la administración de Enrique Peña Nieto prácticamente abandonó las inversiones en la empresa petrolera nacional. El equipo del presidente Andrés Manuel López Obrador ha sido incapaz de revertir la tendencia.
Consecuentemente, los mexicanos mal atendidos, deben comprar en el extranjero lo que no encuentran en casa.
Eso que pasa con la gasolina y con el gas natural, ocurre también con el gas LP, que es el producto que más usan como combustible en este país. México compró a Estados Unidos en mayo el mayor volumen de la historia.
El volumen de las exportaciones estadounidenses hacia el sur de propano –que es aproximadamente 60 por ciento de lo que guarda el tanque que tienen en su casa– promedió 135 mil barriles diarios de acuerdo con las cifras contabilizadas por la Energy Information Administration, del gobierno encabezado por Joe Biden.
Lo compra tanto Pemex como empresas privadas que terminan llevándolo a ustedes en pipas o en tanques de a 20 litros.
Pero Estados Unidos, principal fuente petrolera del mundo, no sólo vende propano a México. Japón es su mejor cliente y China, irrelevante en esas transacciones hasta 2019, superó a México como comprador este año.
Con ese commodity los asiáticos producen cada vez más plástico y pagarán bien por la materia prima. Por eso, cada vez costará más.
La atinada consultora IHS Markit pronostica un aumento de 20 por ciento para el año entrante sobre los precios actuales, que según el Inegi ya son 50 por ciento más altos que en 2019.
¿Cómo escapar de esa espiral? Los más pobres arrasarán con los árboles que tengan cerca, en una clara amenaza ambiental.
Aquellos que tengan ingresos suficientes pueden optar por calentadores solares o por parrillas de inducción magnética que gastan menos electricidad que las de vitrocerámica y son más rápidas. Sus precios empiezan en 2 mil pesos.
Quienes no tengan opción, deben atenerse a los precios del mercado que el gobierno podría contener a la fuerza. Eso siempre fracasa, porque lo que la gente no pague ‘al del gas’ lo terminará pagando cuando sus impuestos sean usados para subsidiar el precio de lo que importe México.
El autor es director general de Proyectos Especiales y Ediciones Regionales de El Financiero.