Ese acto tan sencillo, de nuestro querido campeón, será recordado por esos niños por el resto de sus vidas, y lo platicarán ante sus conocidos y ante sus hijos cada vez que se preste la ocasión
El pasado fin de semana viví un momento maravilloso, el cual me inspiró a que sea el tema de esta columna: el corazón blando y bondadoso que tienen la gran mayoría de los y las boxeadoras del mundo.
Salí a cachar con mi hijo al parque y ahí estaban muchos niños jugando futbol y andando en bici. Se dio la plática con algunos de ellos y acabamos hablando de boxeo. Su pregunta inmediata fue: “¿Conoces al Canelo?”; hasta les tuve que enseñar una foto, porque no me creían.
Les propuse mandarle un mensaje de saludos al gran campeón y todos brincaron de emoción; le grabamos un video, el cual mandé por WhatsApp a Saúl. Inmediatamente recibí su mensaje de regreso para los chavos, quienes gritaban, saltaban y corrían de la emoción.
Ese acto tan sencillo, de nuestro querido campeón, será recordado por esos niños por el resto de sus vidas, y lo platicarán ante sus conocidos y ante sus hijos cada vez que se preste la ocasión.
Mike Tyson estuvo en México varias veces y tuve la oportunidad de convivir mucho con él. En su primera visita, cuando era campeón mundial y reconocido en cada rincón del universo, sucedió algo que fue maravilloso.
Estábamos cenando en el desaparecido restaurante La Pérgola, de la Zona Rosa. Miguel (así es como yo lo he llamado desde siempre) me dijo: “Mauricio, estoy cansado de estar con Don King y tu papá; ya me aburrí de estar con viejitos, ¿podemos salir a algún lado?”.
Acto seguido, nos fuimos caminando al hotel para salir de fiesta e inmediatamente se le juntaron al menos 20 niños humildes para saludar al campeón. ¡Tyson se puso feliz, y sin decir nada se metió a una tienda y les compró tenis a todos!
Algo similar sucedió en Culiacán, cuando fuimos a una pelea del Gran Campeón Mexicano, Julio César Chávez. Tyson le compró tenis a un grupo de 15 niños y exigió a los organizadores de la función que lo pudieran acompañar a ver a Chávez, y así fue; ahí estaba Mike, en primera fila, con 15 niños sentados en el piso junto a él.
Muhammad Ali era una persona única; se transformaba al ver a un niño, tomaba una actitud paternalista y hacía cosas increíbles, y todo esto lo vimos en infinidad de ocasiones y sin haber ninguna cámara de por medio; eran actos de humanidad nata que le salían del corazón.
En una ocasión estaba Ali con mi papá en la sala de nuestra casa; llegó mi hermana Lucy con su hijo de un año, mi sobrino Pepe Toño, quien fue el primer nieto de mis papás. Don José se paró emocionado al oír que llegaban y dejó al campeón ahí solo, sentado; de repente, ya estaba Ali junto con mi papá, y le pidió cargarlo; así logramos captar la magia del momento con una fotografía que no necesita relato.
Regresando al Canelo, he sido testigo de infinidad de actos humanitarios que él, de todo corazón, ha realizado desde siempre. Hace muchos años recibimos una petición de una fundación en la que un pequeñito con cáncer, y con muy pocas probabilidades de sobrevivir, tenía como sueño conocerlo.
En la siguiente semana, Saúl viajó hasta Querétaro única y exclusivamente para saludarlo, sin cámaras, sin prensa, sólo cumpliendo el sueño de su fan.
Cada ocasión que lo buscamos para alguna acción humanitaria, ahí está puesto para cambiarle la vida a los demás. Todos hemos sido testigos del reciente fenómeno en que es buscado, por medio de las redes, con peticiones de ayuda de todo tipo, y los muchos casos en los que ha demostrado su preocupación y generosidad hacia el prójimo.
Asimismo, las visitas de nuestro programa WBC Cares son siempre mágicas, pues los boxeadores van a hospitales, orfanatos, gimnasios y escuelas, y se entregan para dar momentos inolvidables a quienes los reciben. Especialmente en los hospitales, dan mensajes de aliento a los niños enfermos y a sus familiares, que tanto sufren en esos procesos difíciles.
Nuestras campeonas y campeones son maravillosos… juegan, ríen y hasta lloran con ellos; entregan juguetes, autógrafos y fotografías: Pipino Cuevas, Chiquita González, La Roca Zamora, Zulina Muñoz, Carlos Zárate, Irma García y tantos más hasta se disfrazan para hacer las visitas más amenas con los pequeños; Pipino y La Chiquita de payasos, y La Roca de Mimí…
¡Gracias campeones por ser el ejemplo de humildad y sencillez, por compartir con los demás su grandeza y por siempre estar ahí para quien lo necesita!
¿SABÍAS QUE…?
Este domingo 4 de julio se celebró el Día de la Independencia en Estados Unidos, y precisamente un 4 de julio de 1910, Jack Johnson, el primer campeón mundial de peso completo de raza negra, derrotó por nocaut en 15 rounds al exmonarca invicto Jim Jeffries, quien era “la gran esperanza blanca” para recuperar el campeonato. ¡Esta pelea fue pactada a 45 rounds de tres minutos!
ANÉCDOTA DE HOY
Así como los boxeadores, mi papá era extremadamente niñero; fue un padre muy cariñoso y consentidor, pero no se puede describir cómo fue como abuelo.
En una ocasión estaba enfrascado en una terrible discusión por teléfono con Don King, y hasta se escucharon gritos, lo que rara vez sucedía con mi papá; de repente Chepi, otro de los nietecitos, entra al estudio donde estaba el abuelo y Don José, de manera simpatiquísima, le empezó a hablar a Don King con la misma voz como le hablaba a sus nietos, todo cariñoso y juguetón. Cuando se dio cuenta, pues nos estábamos riendo todos, soltó la carcajada junto con Don, y ahí acabó el pleito.
Agradezco sus comentarios en contact@wbcboxing.com
Texto reproducido con autorización del autor.