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Gasolina, luego el gas: ¿viene la luz cara?

Urge en México entender que los cambios en los precios de la energía responden a factores mucho más grandes que lo que ocurre en el país.

¿De quién es la culpa del alza en la gasolina? ¿Y quién responde por lo que pasa con el gas?

Andrés Manuel López Obrador, incluso en su calidad de presidente, no tiene el poder para detener una inercia global. No lo culpen, aunque él parece querer que lo hagan.

Urge en México entender que los cambios en los precios de la energía responden a factores mucho más grandes que lo que ocurre en el país.

De lo contrario, será difícil encarar lo que viene: la electricidad puede ponerse muy cara y solo hay dos modos de pagar: cubriendo el caliente recibo de la CFE o subsidiando esa empresa dirigida por Manuel Bartlett con los impuestos que ustedes generosamente cubren cuando pagan un refresco o cuando se reportan con el SAT mensualmente.

Por su cuenta, sin considerar reglas vigentes, López Obrador prometió que la gasolina no aumentaría de precio en términos reales. Se fue de sus manos el asunto.

El Inegi reporta que respecto al año pasado, la Magna cuesta 8.5 por ciento más. Si solo hubiese subido en términos reales su precio habría cambiado 5.8 por ciento, que es la inflación acumulada desde julio de 2020.

El problema se acentuó con el gas. El natural, muy usado en Ciudad Juárez, Monterrey y en el sur de la Ciudad de México, aumentó ya 9 por ciento. También, por encima de la inflación.

El gas LP elevó su precio 35 por ciento en 12 meses. No hay forma de controlar ese incremento hasta hoy, debido a que ese insumo es cada vez más demandado mundialmente para fabricar tapabocas y otras cosas de plástico, que pueden fabricarse con éste antes de quemar sus moléculas.

En México y crecientemente en Estados Unidos, se usa cada vez más gas natural para producir electricidad. La mitad de los celulares cargados esta noche en el país, recibieron energía de motores movidos por la quema de esa materia prima.

El problema es que ésta comienza a hacerse escasa. El boom de la producción estadounidense que surte a México, parece llegar a un límite:

“En 2020 la producción anual de gas natural asociado, que es gas natural producido a partir de pozos de petróleo, disminuyó en las cinco principales regiones productoras de petróleo crudo en tierra de Estados Unidos. Combinadas por primera vez desde 2016”, advirtió ayer la Agencia de Información Energética de Estados Unidos, la EIA. https://bit.ly/3mFIGCD

Hasta mayo de 2021, datos más recientes disponibles, el país vecino no había podido recuperar el nivel de producción que todas las empresas que allí operan reunieron durante 2019.

Esto viene en mal momento para quien compra este commodity. En Texas, el crecimiento poblacional y las altas temperaturas provocan una demanda récord de electricidad, justamente cuando repuntan las exportaciones en barco de este producto a todo el mundo.

Consecuentemente, el mercado conformado por cientos de millones de individuos como ustedes, reacciona.

Hay una zona del estado de Luisiana, muy cercana a Houston, Texas, a la que van a dar montones de popotes gigantes que extraen gas y petróleo de las zonas marinas del Golfo de México.

Le llaman Henry Hub y el precio al que ahí se vende el gas natural es una buena referencia del mercado de toda Norteamérica. Ayer, las compras anticipadas o ‘futuros’ para septiembre cotizaban en 3.92 dólares por millón de BTUs. Es un precio no visto desde 2014 y es transferido a los precios de ‘la luz’.

La CFE reaccionó ya, elevando 20 por ciento sus tarifas para clientes de alto consumo en servicio doméstico, como publicó Reforma y magnificó el equipo presidencial, recientemente. El resto de estas tarifas se elevaron 4.6 por ciento en un año, lo que las aproxima a la inflación.

En México la producción nacional de gas natural no aumenta porque no hay dinero para invertir y el gobierno no quiere empresas privadas en el sector.

El escenario de perspectiva es el de una mayor dependencia de productores estadounidenses que cada vez tienen más clientes.

Le queda al presidente López Obrador influir en políticas públicas que eleven la producción nacional de gas, por ejemplo. A ustedes les resta pagar o escapar, haciendo eficiente el consumo. También, invirtiendo en equipos de generación de energía solar y eólica y comprando baterías. De eso leerán aquí más.

El autor es director general de Proyectos Especiales y Ediciones Regionales de El Financiero.

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