El Pueblo Mágico de Santiago de Bernal, en el estado de Querétaro, es ideal para visitar un fin de semana.
Tiene la característica de ser tranquilo, pequeño y, eso sí, muy instagrameable.
Además de su cercanía con la Ciudad de México, tiene otras ventajas: es la puerta de entrada a la Sierra Gorda, se encuentra a corta distancia del Pueblo Mágico de Tequisquiapan y está enclavado en la región vitivinícola del estado, así que prepárate para degustar unos buenos tintos.
Bernal puede ser pequeño, sí. Pero, te sorprenderás con la infinidad de cosas que puedes hacer, empezando por subir la famosa peña de Bernal, considerada como el tercer monolito más grande del mundo.
Aquí, la flora, compuesta por garambullos, mezquites y huizaches, enmarcará tu postal. Y, por la noche, puedes capturar sus fuentes danzarinas que se sitúan al pie de la peña.
El monolito ha creado la fama de que el Pueblo Mágico de Bernal está cargado de energía positiva por lo tanto, abundan los espacios para hacerte una limpia chamánica o desintoxicarte con un baño sagrado de temazcal.
De lo mejor qué hacer en Bernal es adentrarte por la Calle Independencia, para visitar el Museo de la Máscara.
Tiene más de 300 piezas traídas de diferentes latitudes, algunas están talladas en penca de maguey deshidratada o en hueso, por mencionar algunos.
En esta misma calle encontrarás puestos que ofrecen el platillo típico, las gorditas de maíz quebrado. Pero, si buscas una comida o cena más formal, date una vuelta por la calle Juan Aldama, con restaurantes y bares coquetos.
Tenemos que advertirte algo, Bernal no es muy popular por su vida nocturna, así que la fiesta en el pueblo se termina antes de la una de la mañana.
Para comprar artesanías, nada como el Centro Artesanal La Aurora, frente al Jardín Principal.
Aquí verás a los artesanos en acción, confeccionando abrigos, rebozos, tapetes y cojines hechos en lana y tejidos en telar de pedal.
En los alrededores podrás emprender la Ruta del Queso y Vino y conocer la comunidad de San Antonio de Cal, ubicada a espaldas de la Peña de Bernal.
Ahí, se conservan intactas las costumbres de la cultura otomí-chichimeca, por lo que la región fue declarada Patrimonio de la Humanidad, por la Unesco.