Secuelas del coronavirus: recuperados, pero con pulmones dañados
Con diferencias de hasta entre 7 y 10 años, perdería la población de esperanza de vida promedio por la pérdida de calidad de vida a causa de las secuelas de la infección por coronavirus (Covid 19)
«La tercera Ola de la pandemia”, que se encuentra en curso y aún se analizan sus efectos a corto, mediano y largo plazos, agregó, ya que a poco menos de 16 meses de la declaratoria de la contingencia sanitaria en Michoacán, por la pandemia de Covid 19, se tiene una proporción no estimada de pacientes recuperados que aún experimentan consecuencias de este mal.
Trastornos respiratorios, deterioro cognitivo, problemas de salud mental, entre otras secuelas que resultan del Covid 19 se han identificado inclusive en pacientes con cuadros leves, los que podrían tener un impacto negativo en la calidad de vida.
Aunque las estadísticas muestran que las personas de 60 años y más, han sido afectados especialmente por el COVID-19, cabe mencionar que la suspensión parcial, total o temporal de los servicios de atención de medicina primaria, la demora en la búsqueda de consulta médica para el diagnóstico y seguimiento a los tratamientos contra el cáncer, las enfermedades cardiovasculares, la insuficiencia renal, el VIH, y las cirugías, entre otros más, también provocaron una mayor mortalidad en este grupo de edad.
Las mayores pérdidas de la esperanza de vida se dan en los hombres.
Estas disminuciones equivalen a las ganancias en la esperanza de vida, logradas durante los cinco años anteriores a la pandemia.
Las personas que enferman de COVID-19 pueden presentar, posteriormente, secuelas en corazón, nervios, pulmones y músculos; e incluso problemas de concentración y ansiedad, por lo que muchos necesitarán atención médica, tomar terapia de rehabilitación, además de consultar a un psiquiatra o psicólogo para atender los problemas de concentración y ansiedad.
Hay personas que enfermaron de COVID-19, y después de que fueron dados de alta todavía no recuperan el gusto y el olfato, y a lo mejor es todavía muy pronto para saber si se van a recuperar o no.
Una de las secuelas puede ser la miocarditis, una enfermedad inflamatoria del tejido muscular del corazón. Mucha gente ni siquiera la percibe, y a veces sólo sienten palpitaciones, o como si el corazón les latiera muy rápido. Y son muy frecuentes.
“Los pacientes deben de estar al tanto de los cambios sufridos después del COVID-19. A lo mejor, tras recuperarse, sienten que el corazón palpita mucho después de que suben escaleras, y en ocasiones, al estar acostados, perciben como si éste se quisiera salir. Esas personas posiblemente están desarrollando una miocarditis, y necesitan buscar atención médica”.
Hay personas de la tercera edad que tuvieron un cuadro leve de COVID-19, que ni siquiera fue sintomático y sin fiebre, pero podrían desarrollar miocarditis; u otros que aparentemente no tuvieron neumonía y, sin embargo, sus pulmones no pueden hacer la conversión del oxígeno.
Los enfermos de COVID-19 que tuvieron neumonía y se recuperaron son candidatos a desarrollar fibrosis pulmonar. En los casos leves de la enfermedad se puede esperar que no la desarrollen; pero las personas que estuvieron hospitalizadas y utilizaron el oxígeno, sí podrían.
Con la fibrosis pulmonar el tejido profundo de los pulmones se va cicatrizando, lo que ocasiona que se torne grueso y duro.
La persona siente que no recupera el aliento. Otras manifestaciones pueden ser: tos seca, cansancio, dolores en músculos y articulaciones, y pérdida de peso sin razón aparente. Algunos tratamientos podrían desacelerar el avance de la enfermedad y mejorar la calidad de vida del paciente.
“Hay personas que después de recuperarse del COVID-19 sienten ‘piquetitos’ en el pecho, cierto dolor al momento de respirar o moverse, en una expectativa leve. A nivel moderado, el paciente, al subir escaleras, tiene disnea o falta de aire; y a nivel grave, el paciente, después de salir del hospital, podría seguir dependiendo del oxígeno”.
Otras secuelas son las generadas por el reposo prolongado, ya que hay riesgo de desacondicionamiento físico. Las personas, en este caso, pueden ser candidatos a procesos de rehabilitación y a recibir terapia física, con ejercicios, además de reeducación del patrón respiratorio.
En el mejor de los escenarios los resultados pueden ser alentadores.
Hay casos de pacientes que tras un proceso de rehabilitación se sienten mejor que cuando les dio COVID-19.
Todo va a depender de si tienen o no otras enfermedades como diabetes, hipertensión, obesidad, si hacían ejercicio o no antes de enfermar; si están bien nutridos o no, o si sufren malestares como depresión.
En el caso de las personas que tienen 65 años o más, y duran siete días hospitalizadas, puede ser fatal la capacidad funcional y desarrollar problemas musculoesqueléticos.
La falta de capacidad para distribuir oxígeno al cerebro, al corazón y a los músculos puede, posteriormente, repercutir en falta de energía suficiente; por consiguiente, son importante los ejercicios para que mejorar la capacidad muscular.
En este último caso, la mayoría de los pacientes podrán recuperar su capacidad muscular; pero si tienen una lesión severa, y estuvieron mucho tiempo intubados o sedados, se tendría que hacer la valoración específica para determinar si la secuela se superará.
Quien estuvo enfermo de COVID-19 puede acusar también problemas de concentración, depresión y ansiedad.
“Hay personas que se han enfermado de COVID-19 y se han recuperado, pero se quejan de que les cuesta trabajo concentrarse y se les olvidan las palabras; y esos casos podrían requerir estrategias de reeducación, y lo ideal es que se consulte a un psiquiatra”.
Ha habido casos de personas que vuelven a tener COVID-19, en una segunda ocasión. se podría desarrollar una inmunidad de tres a seis meses, pero hay personas que enferman, y después de superar el COVID 19, no la tienen.
Todavía no se sabe quiénes sí desarrollan inmunidad y qué personas no.
Por lo tanto, no hay que confiarse.
Debemos continuar con medidas Sanitarias como: mantener la sana distancia, usar cubrebocas, lavar las manos de forma continua, usar gel antibacterial con base alcohólica, permanecer en casa, salir sólo en casos necesarios y no acudir a lugares concurridos, entre otras.