Conocido como el árbol de la vida, perla o Jacinto, la moringa es un árbol originario de la India, que llegó a México hace cientos de años en barcos procedentes de China y Filipinas, y que rápidamente se propagó en los pueblos de toda la costa del Pacífico, desde Chiapas hasta el sur de Sonora.
En Guerrero y Oaxaca todavía se consume la planta de manera tradicional en casi cualquier platillo, donde las cocineras utilizarían una hoja verde.
Uno de sus principales hallazgos es que las hojas secas de esta especie tienen alrededor de 30% de proteína de alta calidad en vitaminas A y C.
La moringa tiene cuatro veces más calcio que la leche de vaca, cuatro veces más hierro que las espinacas, tres veces más potasio que los plátanos y contiene 25% de fibra.
Las hojas de moringa son portadoras, además, de poderosos antioxidantes que destruyen los radicales libres en el organismo y que por lo general dañan el ADN o las células.
Salvador Guzmán Maldonado, doctor en biotecnología vegetal, realiza desde hace cinco años estudios sobre la moringa en el Campo Experimental Bajío, del Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias (Inifap), ante el creciente interés que hay por este árbol de rápido crecimiento y resistente al calor y la sequía.
Este árbol es un excelente alimento utilizado en países de África para combatir la hambruna, pero también con beneficios para la salud, como la prevención del cáncer, la diabetes y efectos desinflamatorios, aunque hasta ahora las pruebas sólo se han hecho in vitro y con roedores.
Yuliana Becerra Castillo, estudiante del Instituto Tecnológico de Celaya, desarrolla en el INIFAP un proyecto con extractos de moringa para obtener su título de ingeniera bioquímica en la especialidad de alimentos.
Al extraer y potencializar los antioxidantes de la planta logró frenar el avance del cáncer de colon en el laboratorio.
La semilla del árbol de moringa comparte estas propiedades, además de que contiene 40% de aceite comestible de altísima calidad.
De confirmarse los beneficios de la moringa, con pruebas clínicas en humanos, podría ayudar a combatir enfermedades cardiovasculares, coronarias, neurodegenerativas y el envejecimiento celular.